Significado de la palabra poseido

Los significados de las palabras han sido elaborados de acuerdo con los intereses lúdicos de nuestros crucigramas. No tienen un carácter académico estricto.

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¿Qué es poseido?

poseso. | Dicho de una persona: Que ejecuta acciones furiosas o malas.

Tipo: Adjetivo

Etimología

Proviene del latín "possédere", que es el present particípio passive de "possédere", que significa "dominar" o "tener algo en poder". Este verbo en latín se compone de "pos-" (indicativo de "tener" o "dominar") y "-sedere", que es la raíz de "sedere", que significa "sentarse" o "estar establecido". Por lo tanto, la palabra "poseido" puede traducirse como "dominado" o "tenido en poder", y se refiere a alguien o algo que ya no tiene control o posee algo, sino que está bajo la influencia de una fuerza o poder ajeno, como si estuviera sujeto a una facultad sobrenatural o divina. En el contexto religioso, la posesión se refiere comúnmente a la idea de que un ser humano puede ser poseído o invadido por una fuerza o entidad sobrenatural, como el demonio o un espíritu, que toma el control del individuo y el dirige a hacer cosas que no serían posibles o razonables para él. En resumen, la etimología de la palabra "poseido" se remonta al latín "possédere", que significa "dominar" o "tener algo en poder", y se refiere a la idea de que alguien o algo está bajo el control o influencia de una fuerza ajena.

Libros donde se menciona la palabra poseido

La mano del muerto

Alfredo P. Hogan

ija y ardiente se pose sobre ti ni un solo momento, porque quedarías perdido y maldito para siempre! «—¡Pero, su nombre!..., ¡su nombre! «-gritaba yo poseído de rabia, pareciéndóme escuchar ya el eco de ese nombre grande y terrible. »—¿Su nombre?.. —repetía el señor Villefort, con amarga y alterada sonrisa

Manuscrito encontrado en Zaragoza

Jan Potocki

n en el caso de que hubiera visto algo, tengo buenas razones para no hablar de ello. Esta respuesta pareció sorprender al ermitaño; me acusó de estar poseído por el demonio del orgullo y quiso convencerme de que necesitaba hacer una confesión general, pero, viendo que mi obstinación era invencible, abandonó

El duelo

Joseph Conrad

primero. Este sorprendente diálogo hizo que el cirujano se marchara sin intentar averiguar más. El teniente D’Hubert se dirigió a sus habitaciones poseído de una violenta indignación. Temía a las burlas de sus compañeros tanto como la ira de sus superiores. La verdad era extremadamente grotesca, y vergon